El caos se desata en Sueños de Libertad cuando Marta, desbordada por el miedo y la desesperación, se encuentra con su padre, Damián, y le revela la angustiante noticia: Fina ha desaparecido sin dejar rastro. La escena está cargada de emoción, pues no solo se trata de una hija buscando a su amiga, sino también de una familia rota por el miedo a perder a alguien muy querido. Pero la situación es más compleja de lo que parece, y todos están a punto de enfrentarse a secretos que podrían destruir todo lo que creían saber.

Marta, completamente al borde del llanto, se derrumba en los brazos de su padre y le confiesa que Fina se fue en plena noche, sin aviso alguno. Damián, preocupado y desconcertado, intenta comprender la situación mientras Pelayo interviene para ofrecer detalles: “Fina se fue por su cuenta. Nadie sabía nada”. Este giro inesperado deja a todos en shock, pero lo que está por venir es aún más aterrador.

Damián no tarda en hacer la conexión con Santiago, el hombre que ha marcado tanto sus vidas, y menciona que todo esto debe tener que ver con él. Pelayo, reconociendo el patrón, asiente sin dudar, aunque Marta, desgarrada, se culpa a sí misma, convencida de que Fina se marchó para protegerla de aquel hombre. En este momento de vulnerabilidad, Marta hace una petición desesperada: “Padre, por favor, ayúdame a encontrarla”.

La angustia de Marta es palpable mientras llora desconsolada. Sin embargo, Damián, con una calma que contrasta con la intensidad del momento, le ofrece consuelo, prometiéndole que hará todo lo posible por ayudarla. Pero antes, le pide que se calme y le explique con más claridad lo que sabe. Este es solo el comienzo de una búsqueda que llevará a todos a lugares oscuros y peligrosos.

Damián sugiere recurrir a Ángel Ruiz, un nombre que, aunque puede sonar como una solución, hace que Marta se alarme de inmediato. Temiendo que Ángel pueda conocer más de lo que debería sobre ella y sobre Fina, Marta no puede evitar sentirse vulnerable. El temor a que Ruiz descubra la verdad sobre lo que sucedió con Santiago, incluyendo la paliza que Marta ordenó, la hace entrar en pánico. Pelayo, al ver la angustia de Marta, interviene, intentando suavizar la situación y desviar la conversación hacia sí mismo, asumiendo parte de la culpa, especialmente por haber contratado al detective.

Es aquí donde el verdadero giro oscuro comienza a tomar forma. Pelayo, a pesar de su falsa disposición, no está tan dispuesto a ayudar como parece. De hecho, lo que Marta y Damián desconocen es que fue el propio Pelayo quien, en secreto, envió a Fina lejos. Este acto de traición, aún no descubierto por Marta, marca un punto de no retorno para el futuro de las relaciones en esta historia. Mientras tanto, Marta, aferrada a la esperanza de encontrar a su amiga, sigue confiando en las palabras de Pelayo.

La escena culmina con un abrazo entre Damián y Marta, un gesto que, por un momento, brinda algo de consuelo en medio del dolor. Damián, como padre, promete ayudarla a encontrar a Fina, pero la verdad, tan oculta y peligrosa, sigue acechando en las sombras. ¿Qué hará Pelayo cuando la verdad salga a la luz? ¿Podrán Marta y Damián encontrar a Fina antes de que sea demasiado tarde?

Esta dramática escena pone de manifiesto no solo el sufrimiento y la desesperación de Marta, sino también la traición oculta de Pelayo, quien está jugando un peligroso juego que podría destrozar todo lo que ha sido importante para todos los involucrados.