Un mensaje inesperado sacude los cimientos de Perfumerías De La Reina. Una llamada de Cobeaga alerta a Marta y a Luis: su perfume, fruto de meses de trabajo y confidencias compartidas, podría haber sido plagiado. El temor de haber sido víctimas de espionaje comercial prende como una chispa entre los pasillos de la empresa, donde cada rostro comienza a parecer sospechoso.
Joaquín se une al desconcierto. El proyecto estrella, símbolo del futuro de la marca, podría estar en peligro. Pero hay alguien que no pierde la calma: Gabriel. Con su astucia habitual, desvía rápidamente la atención hacia Cobeaga, sugiriendo que todo forma parte de una estrategia para sembrar dudas y debilitar a los De La Reina. Su tono es mesurado, casi paternal, pero en su mirada se esconde una satisfacción difícil de disimular.
En medio de la tormenta corporativa, otra batalla se libra en silencio. Manuela, tras haber pasado su primera noche con Gaspar, siente un desasosiego que no logra disimular. Claudia, con su sensibilidad habitual, es la primera en notarlo. Las dudas de Manuela se hacen evidentes en los silencios prolongados, en las respuestas vagas, en su negativa a aceptar una escapada romántica al balneario. Gaspar lo intenta todo, pero Manuela está atrapada en una maraña emocional de expectativas rotas y promesas incumplidas. ¿Fue un error dejarse llevar por el impulso? ¿O el verdadero error sería ignorar lo que su corazón le está gritando?
En paralelo, don Pedro se ve obligado a enfrentar una verdad incómoda: el perfume que Cristina diseñó ha salvado la producción de la edición conmemorativa. Vencido por el peso de la evidencia, deja a un lado su orgullo y tiende la mano a Cristina, reconociendo su valía. El gesto, por breve que sea, conmueve a Cristina profundamente. Por primera vez en mucho tiempo, siente que pertenece.
Cristina, entre lágrimas, expresa su deseo de seguir trabajando en la empresa. Lo dice con convicción, con esa mezcla de pasión y esperanza que la ha mantenido en pie a pesar de tantas humillaciones. Pero su declaración deja a Ana sumida en un mar de contradicciones. Se siente excluida, desplazada, como si el terreno que creía suyo se hubiera resquebrajado sin previo aviso.
Será Irene, como tantas veces, quien logre tender puentes. Su serenidad actúa como bálsamo entre las dos mujeres, y en una conversación honesta, sincera, Ana y Cristina logran reconciliarse. No es una amistad, pero es una tregua. Y en ese instante de frágil entendimiento, se abre la posibilidad de una nueva etapa.
Mientras tanto, el peligro en la empresa no ha desaparecido. La posibilidad de que el perfume haya sido robado sigue flotando en el ambiente como una nube tóxica. Marta y Luis, aunque unidos por el mismo miedo, comienzan a sospechar que alguien muy cercano podría estar detrás. ¿Será realmente Cobeaga el responsable… o hay una traición más íntima, más dolorosa, esperando ser revelada?
Y en el centro de todo, Gabriel sonríe. Su capacidad para manipular los hilos del poder lo convierte en una figura cada vez más inquietante. Él dice proteger los intereses de la familia, pero sus acciones apuntan en una dirección muy distinta. ¿Hasta dónde llegará para consolidar su posición?
La tensión crece, las máscaras comienzan a resquebrajarse, y lo que parecía una victoria para Perfumerías De La Reina podría ser el inicio de una guerra silenciosa.