La historia de Marta y Fina sigue siendo un viaje emocional lleno de altibajos, y el capítulo 378 de Sueños de Libertad nos trae una de las escenas más conmovedoras hasta ahora. Después de todo lo que han vivido, las dos se encuentran de vuelta en su hogar, un lugar que ya no significa lo mismo. Lo que antes fue un refugio seguro, ahora es un espacio cargado de recuerdos dolorosos y temores. Sin embargo, en medio de la oscuridad, su amor sigue siendo una luz que las guía.
La escena comienza cuando Marta abre la puerta con calma, invitando a Fina a regresar a un hogar que ya no les pertenece como antes. Fina, al entrar, se queda un momento en silencio, mirando alrededor, procesando todo lo que esa casa representa ahora. Para ella, ya no es el lugar en el que se siente protegida, sino el escenario de sus pesadillas, de lo que vivieron y lo que aún temen. Es un momento lleno de emociones encontradas, de tristeza, de inseguridad, pero también de una resolución silenciosa.
Marta, siempre el pilar de fuerza en su relación, rompe el silencio con suavidad, preguntando si Fina está más tranquila. Le recuerda que ya han revisado todo y que no hay peligro inmediato, tratando de darle paz en un momento tan tenso. Mientras se sientan juntas en el sofá, Marta le habla con calma, recordándole que lo más importante es que siguen vivas y, sobre todo, juntas. Esa certeza es la que la mantiene fuerte, y le promete a Fina que seguirán adelante. Es un compromiso lleno de amor, aunque la sombra del miedo sigue acechando.
Sin embargo, Fina no comparte la misma visión positiva. Con voz serena, aunque teñida de tristeza, le recuerda a Marta que ya no están a salvo. El hogar que antes era su refugio, ahora solo le trae recuerdos de terror y angustia. Marta, visiblemente contrariada, se niega a aceptar esa perspectiva. Para ella, cuando está al lado de Fina, todo lo demás pierde importancia. Lo único que le importa es su amor,
su relación, y no dejar que nada ni nadie destruya lo que han construido juntas.
Con una sonrisa cómplice y una propuesta ligera, Marta trata de animar a Fina. Le sugiere que preparen asterisco suizos, como en el pasado, recordando ese momento tan especial que compartieron. Fina, con una mezcla de melancolía y ternura, le responde que esos momentos están grabados en su piel y en su corazón, y que no los olvidará jamás. Es una declaración profunda de amor, un recordatorio de todo lo que han vivido y lo que significan la una para la otra.
En ese instante, ambas se sumergen en un recuerdo compartido: un montaje de todas las escenas felices que han vivido desde que se conocieron. Es una secuencia de momentos intensos: besos apasionados, risas y la complicidad que solo el verdadero amor puede ofrecer. Cada instante vivido juntas se convierte en una huella imborrable, y para Fina, Marta siempre será su esposa. Esa promesa silenciosa de seguir juntas, de construir más recuerdos, flota en el aire, más fuerte que cualquier adversidad.
El recuerdo se desvanece, pero la determinación de las dos es inquebrantable. Se acercan lentamente, uniendo sus frentes, mirándose profundamente a los ojos. No hace falta decir nada. Ese gesto lo dice todo: no importa lo que venga, lo enfrentará juntas. Y con un beso intenso y apasionado, sellan su compromiso. Un beso que es más que un simple gesto de amor; es una declaración de que su historia continuará, sin importar los obstáculos que se presenten.
Este momento no solo marca una de las escenas más románticas y emocionales de la serie, sino que también resalta la fuerza y la vulnerabilidad del amor verdadero. A través de todo lo que han vivido, Marta y Fina demuestran que no hay miedo ni dolor que pueda separarlas. ¿Qué les deparará el futuro? Solo el tiempo lo dirá, pero una cosa es segura: su amor es el ancla que las mantiene firmes.