La Promesa entra en una nueva fase de confrontación, revelaciones y dilemas morales en el episodio del martes 29 de julio. Mientras las tensiones se intensifican entre nobles y criados, un descubrimiento inesperado cambia el rumbo de los acontecimientos y saca a la luz verdades que muchos desearían haber mantenido enterradas.
Catalina y Martina continúan su particular guerra fría, pero el tono se vuelve cada vez más agresivo. Lo que empezó como una diferencia de criterio ahora es una batalla abierta. Sus roces han alcanzado tal nivel que incluso Leocadia decide intervenir, acudiendo directamente al marqués con la intención de acabar con ese enfrentamiento que amenaza la estabilidad del palacio. La pregunta es: ¿qué tipo de “fin” busca Leocadia? ¿Uno diplomático… o uno que favorezca sus propios intereses?
En paralelo, Pía sigue siendo víctima del desprecio sistemático de Santos, que no cesa en su actitud humillante y dañina. Su maltrato es cada vez más evidente, pero lo que nadie esperaba era que Ricardo, en un intento de protegerla, acabara descubriendo el secreto más oscuro de la doncella. El impacto del hallazgo es tan profundo que podría cambiar no solo su relación con Pía, sino también su lealtad dentro del servicio. ¿Qué verdad ha salido a la luz? ¿Y cómo reaccionará Ricardo al descubrir que, detrás del silencio de Pía, se esconde algo mucho más grande que el miedo?
Mientras tanto, el joven Toño prepara una estrategia inocente pero ambiciosa para acercarse a Enora. Siguiendo los consejos de Manuel y su propio instinto, organiza un picnic para conocerla mejor y ganarse su confianza. El gesto, tierno y sincero, revela su determinación por romper con su timidez. Pero Enora, marcada por su pasado, no es una mujer fácil de conquistar. ¿Será este encuentro el inicio de una historia de amor… o el principio de una nueva decepción?
La situación de Lope también se vuelve crítica. Ante el inminente cambio de puesto que podría degradarlo a lacayo, Catalina actúa con contundencia. Decide interceder directamente ante Cristóbal para evitar la humillación del cocinero, uno de los pilares más queridos de La Promesa. La conversación entre Catalina y Cristóbal es tensa, directa y cargada de responsabilidad social. ¿Estará dispuesto el mayordomo a rectificar… o permitirá que una injusticia manche aún más el ambiente ya enrarecido del palacio?
En los márgenes de este drama, se desata una pequeña tormenta relacionada con la repentina desaparición del sacerdote Samuel. Vera y Teresa comienzan a sospechar que algo grave ocurre. Sus preguntas incomodan a Petra y María Fernández, quienes se ven arrinconadas y obligadas a confesar la verdad. La pregunta que muchos se hacen es: ¿qué ocurrió realmente con el padre Samuel? ¿Y por qué se ha silenciado su ausencia durante tanto tiempo?
Este capítulo lo tiene todo: un secreto confesado a contrarreloj, una tensión entre hermanas que amenaza con volverse irreparable, una historia de amor naciente y múltiples actos de intervención que reflejan la complejidad moral de cada personaje.
La Promesa sigue demostrando que no hay respiro en sus pasillos. Cada decisión tiene consecuencias. Cada silencio oculta un peligro. Y cada gesto de aparente nobleza puede esconder una estrategia calculada.