“Un regalo inesperado que cambia todo.”
En la calidez de la tienda, entre risas y miradas cómplices, Marta y Fina compartieron un momento que hablaba más que mil palabras. Cuando Marta entró en la tienda, lo primero que hizo fue buscar a Fina, un gesto sencillo pero lleno de significado. “¿Estás sola?”, preguntó Marta con una ternura que no pasó desapercibida. Fina, siempre dispuesta, le aseguró que Gema llegaría más tarde y Claudia estaba ocupada en su desayuno. Fue en ese instante, en ese pequeño respiro, cuando Marta se acercó a Fina con una sonrisa llena de emoción. “Tenía muchas ganas de verte”, le dijo, un simple pero poderoso mensaje que Fina respondió con una sonrisa radiante y un cumplido genuino: “Qué guapa estás”.
La conversación fluyó con la naturalidad de dos almas que se entienden sin necesidad de palabras complicadas. Marta confesó que no había dejado de pensar en la sesión de fotos de la noche anterior, un recuerdo que la había conmovido profundamente. Y en un giro dulce, como un gesto de afecto sutil, Marta le entregó un pequeño regalo a Fina: una caja que contenía su pastel favorito, el de durazno. Fina, sorprendida y feliz, se preparó para saborearlo, pero Marta, con una suavidad que denotaba preocupación, le pidió que lo dejara para más tarde. “Estás sola en la tienda”, le dijo, cuidando de que todo estuviera en orden.
Fina, con una sonrisa juguetona, aceptó el pedido y bromeó: “La jefa siempre es la jefa”. Pero, a pesar de la ligereza de las palabras, la complicidad entre ellas era evidente. Todo en sus gestos, en la forma en que se miraban, en la dulzura con la que se trataban, mostraba que había algo más que amistad. Era un cariño profundo, lleno de respeto y de una conexión que iba más allá de lo habitual.
La conversación giró hacia temas más laborales, con Marta preguntando por el proyecto del calendario benéfico. Fina le explicó que ya había elegido las fotos, solo quedaba imprimir algunas copias. Luego, la atmósfera cambió un poco cuando Fina le preguntó a Marta si había hablado con Pelayo. Marta, sorprendida, le confesó que no, y Fina le contó que Pelayo había quedado impresionado con las fotos naturales que Fina había tomado en el campamento de verano, y le había pedido que hiciera una sesión similar para una revista. Marta, con curiosidad, recordó que Pelayo no le había mencionado nada al respecto, pero pronto comprendió que tal vez Pelayo había querido sorprenderla.
El tema cambió rápidamente a las relaciones y el estado emocional de Pelayo, con Marta comentando que él había estado más amable últimamente, incluso ayudando a Luis en una decisión importante de negocios. Esto hizo que Fina se relajara un poco, sugiriendo que tal vez este encargo de fotos era una manera de reconstruir la relación y arreglar las cosas. Marta, siempre apoyando a Fina, la animó a aceptar la propuesta de Pelayo, convencida de que podría ser algo bueno para ella.
Antes de marcharse, Marta bromeó una vez más, instando a Fina a volver al trabajo, a lo que Fina respondió en tono juguetón: “La jefa siempre es la jefa”. Esta escena, tan llena de cariño y confianza, dejó entrever la complicidad y el respeto mutuo que existe entre las dos, y por un momento, los espectadores pudieron ver cómo sus corazones latían al unísono, aunque quizá también había algo más bajo la superficie, una tensión que podría transformarse en algo más.
En la forma en que se miraban, en la suavidad de sus palabras y gestos, se podía sentir una conexión profunda, más allá de la simple amistad. El amor entre ellas, si es que existe, aún se oculta entre los pliegues de la ternura y el respeto, pero es innegable que algo está floreciendo, algo que podría cambiarlo todo.
¿Crees que Marta y Fina solo son amigas o hay algo más entre ellas? ¿Qué piensas de la dinámica que tienen? ¡Déjanos tus pensamientos en los comentarios!