El viento de cambio sopla con fuerza en La Promesa. Y esta vez no se trata de un secreto ni de una traición política. Se trata de algo aún más peligroso: una emoción que nadie vio venir. Durante la celebración del éxito del motor de avión, un gesto inesperado –casi impulsivo– reescribe todas las reglas. Enora y Toño se besan. Y ese beso no solo sacude los corazones, sino que se convierte en la grieta que amenaza con fracturar lo poco que quedaba estable en el palacio.
Enora, hasta ahora firme, racional y volcada en su futuro profesional junto a Manuel, deja entrever una vulnerabilidad que pocos conocían. El beso con Toño no es solo un impulso emocional: es un movimiento que desencadena celos, confusión y dudas. Porque Manuel, el socio en la innovación, el hombre que la ha acompañado en cada paso del proyecto aeronáutico, presencia la escena en silencio. No dice nada. Pero su mirada dice todo. ¿Dolor? ¿Traición? ¿Resignación? En cualquier caso, su silencio será más elocuente que cualquier escándalo público.
Toño, por su parte, se enfrenta a su propio laberinto emocional. Lo que parecía una amistad leal y sin expectativas se transforma en una declaración no verbal que lo pone bajo una nueva luz. ¿Fue el beso una confesión? ¿Una liberación? ¿O un simple error?
Pero el temblor emocional no termina ahí. En los salones de La Promesa, las guerras de poder no dan tregua. Catalina y Martina, dos mujeres que comparten sangre y heridas, se enzarzan en una lucha sin retorno. El barón de Valladares, manipulador experto, presenta una lista de nobles que respaldan su visión del futuro. Una visión en la que Catalina y sus hijos no tienen cabida.
Martina, cegada por el miedo y por la presión del entorno, acusa a Catalina de poner en riesgo a sus hijos, de anteponer su orgullo a la seguridad de la familia. Pero Catalina no se deja acorralar. Sus principios y su instinto maternal la obligan a considerar lo impensable: abandonar La Promesa junto a sus hijos. Esta idea, dicho en voz alta, se convierte en una amenaza real que sacude a Alonso. El marqués, atrapado entre la lealtad a su familia y la presión de sus pares, ve su matrimonio tambalearse.
Y entonces entra Adriano. El hombre que hasta ahora parecía actuar en las sombras da un paso al frente. Su decisión, inesperada y estratégica, demuestra que en La Promesa las luchas ya no son solo personales. Son movimientos de ajedrez. Cada gesto, cada frase, cada elección es una pieza más en el tablero.
Mientras tanto, Leocadia, siempre intentando mantenerse en el centro del poder, ruega por una intervención. Pero ¿es sincera o simplemente busca controlar el conflicto a su favor?
Los días entre el 28 de julio y el 1 de agosto marcarán un punto de inflexión. El beso entre Enora y Toño podría ser el inicio de una historia de amor… o el detonante de una caída en cadena. La guerra entre Catalina y Martina amenaza con dividir la casa en bandos irreconciliables. Y cada silencio –como el de Manuel– esconde una tormenta que aún no ha estallado.
¿Qué consecuencias traerá el beso que nadie esperaba? ¿Podrá Catalina salvar a sus hijos sin perderlo todo? ¿Y Manuel… callará para siempre o decidirá luchar por lo que siente?